Las víctimas no mueren, son asesinadas, son muchas, demasiadas,
tantas que a veces nos cuesta trabajo hasta nombrarlas, hasta el punto
de quedar representadas por una cifra, un número frio al año que muestra
la manifestación más cruel e infame de la desigualdad en nuestro país.
Por
eso, desde la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF),
sindicato más representativo en las administraciones públicas y con
presencia creciente en el sector privado, y la Confederación Española de
Policía (CEP), sindicato representativo de la Policía Nacional,
recuerdan que las víctimas son más que cifras, son mujeres con nombres y
apellidos, con historia, con ilusiones, con sueños que nunca podrán
hacerse realidad, con ganas de vivir, no podemos seguir el juego del
maltratador invisibilizándolas de nuevo tras una nueva cifra de víctimas
al año.
Por esta razón, porque tenemos el deber moral
de nombrarlas, de no olvidarlas y de generar reacción ante este terror
extendido que las priva del derecho más absoluto que cuenta una persona
que es su propia vida, debemos reclamar al recién llegado gobierno, un
pacto de Estado contra la violencia de género que vuelva a situar en el
centro del debate y las prioridades políticas la lucha contra esta lacra
social.
Decálogo